No termina de llover ni en el cielo ni en la tierra ni en mí. Otra vez espero un trueno, seguido de un relámpago o un simple chasquido de dedos, una señal, algo que "rompa" para volver a empezar. De nuevo, de diferente, de cero pero con lo aprendido en otras vidas y en esta.
Levanto los brazos, bien alto, me estiro todo los que puedo para crecer un poquito más, para no achicarme. Trato de hacer lo mismo con mi cabeza, estirarla cual chicle para abarcar un poco más. Ya ha pasado el momento de dejarla leudar para que crezca sola con lo que llevaba encima, ahora vuelve a tocar impregnarse de todo y de todos.
Si no digo una mentira, si sólo callo una verdad no estaré engañando a nadie. En otro lugar, lejos, se esconde una bonita historia que nadie conoce.